CARROS
“Se dice que vivimos en una sociedad libre porque tenemos un cierto número de derechos constitucionalmente garantizados. Pero esto no es tan importante como parece. El grado de libertad personal que existe en una sociedad está más determinado por la estructura económica y tecnológica de la sociedad que por sus leyes o por su forma de gobierno.”
Carros
Durante el 2021, se me había ocurrido vender aderezos para ensaladas. Es una receta familiar, que es la más aclamada por las personas que llegan a visitar la casa. La idea era algo sencillo, fue algo para tener flujo y movimiento de dinero para invertirlo en la casa productora. Todo iba bien, hice una pagina web con su carrito, las redes sociales hasta hice un Focus Group para ver las opiniones que tienen sobre el producto. Todo iba bien, principalmente les vendía a la familia y amigos, durante ese proceso hable con varias nutriologas para hacer una mancuerna y que la marca tuviera exposición, funciono bastante bien. La estrategia estaba funcionando. Hubo varias ventas en Saltillo como en Monterrey ya no eran de familiares, lo cual pues significaba bastante.
Cuando era el 4 mes de esta idea, empece a ver lugares como “concept stores”, tiendas de las esquinas, y una tienda modernamente grande pero no estilo HEB. Decidí hablar con una “concept store” cerca de una universidad, se hizo todo una campaña para el mundo entero supiera que ya teníamos un lugar donde podrían comprar los aderezos.
Para mi sorpresa, en 4 semanas que estuvo el producto ahí, no se vendío nada. El feedback que las señoras dueñas de la tienda fue:
“Les llama mucho la atención, les encanta el diseño y todo, peroooooo se les hace caro.
Y poss el cliente tiene siempre la razón.”
Aquí hay algunas razones por las cuales esta frase puede ser problemática:
Literalidad Absoluta:
Interpretar la frase literalmente puede llevar a situaciones donde los clientes pueden estar equivocados o tener expectativas poco realistas. En algunas circunstancias, ceder a todas las demandas del cliente puede ser perjudicial para el negocio.
Abuso del Cliente:
Algunos clientes pueden abusar de la premisa de "el cliente siempre tiene la razón" para obtener beneficios injustos o exigir servicios fuera de los límites razonables.
Enfoque en la Experiencia General:
En lugar de centrarse en decisiones específicas o en si el cliente siempre está "correcto", muchas empresas exitosas optan por centrarse en ofrecer una experiencia general positiva y satisfactoria para el cliente.
Valorar a los Empleados:
La frase puede descuidar la importancia de respaldar a los empleados y reconocer su conocimiento y experiencia. En algunos casos, los empleados pueden tener información o habilidades que los clientes no poseen.
Balance con Políticas y Normativas:
Las empresas también deben cumplir con políticas, normativas y estándares éticos. Seguir ciegamente la premisa de "el cliente siempre tiene la razón" podría entrar en conflicto con estas consideraciones.
En lugar de adoptar una perspectiva absoluta, muchas empresas adoptan enfoques más equilibrados que buscan la satisfacción del cliente pero también consideran la integridad del negocio, el bienestar de los empleados y la sostenibilidad a largo plazo. La clave está en encontrar un equilibrio que promueva la lealtad del cliente y la salud financiera de la empresa.
Desde ahí supe que había un problema grande en cuanto varios temas: Lugar, costo y comunicación B2C.
Entonces se empece a formular varias preguntas:
“¿Habrá sido el lugar correcto para poner el aderezo? ¿Necesito bajar los precios para que el consumidor compre? ¿Realmente tiene el cliente la razón? ¿Cliente es el que si puede pagar equis cantidad por el producto, entonces esta no es mi clientela?”
Acabando el mes decidí ir por los aderezos y venderlos por mi cuenta. La lección que aprendi fue que vender “tocando puertas” no es lo mismo que dejar el producto en un lugar y esperar que se mueva solo, se tiene que hacer aun más trabajo para que vendan por 3eros.
Después de esa gran desilusión, me levante nuevamente y empece a ir a mercaditos locales donde podría tener un segundo aire. Si hubo movimiento pero quedaba tablas y el tema seguía siendo lo mismo “Un producto muy caro”. No entendían la calidad, pero si entendían el costo.
Parecía que necesitaba buscar un buque chino donde los ingredientes por lo menos me costaran centavos de lo que valen en una tienda comercial o en un centro de abastos. La búsqueda de ingredientes asequibles en un buque chino refleja la influencia profunda de los hábitos sociales inculcados por la industrialización en nuestra sociedad. En un mundo impulsado por la producción masiva y la eficiencia económica, la prioridad muchas veces se centra en obtener productos a costos más bajos, a menudo relegando a un segundo plano consideraciones como la calidad, la procedencia y los beneficios inherentes de los productos.
Esta búsqueda constante de precios más bajos, como la que se refleja en la necesidad de buscar ingredientes a costos reducidos, ha contribuido a la formación de una cultura que valora la cantidad sobre la calidad y que a veces pasa por alto los beneficios integrales que un producto puede ofrecer a cambio de un precio más bajo. Así, en este contexto, la sociedad a menudo sacrifica la apreciación de los aspectos más ricos y valiosos de los productos en favor de una mentalidad económica instaurada por la industrialización.
Después de tanto traqueteo, decidí darle un cierre a esta etapa. De manera más directa se hacen los pedidos. Afortunadamente ya mi tiempo se estaba enfocando a la creación contenidos a empresas y no había tiempo para los aderezos.
La idea me duro +/- 15 meses.
¿Qué me falto hacer? - Bastantes cosas.
Si quieres ver y tal vez comprar un aderezo dale click aquí.
Yo vivo en una ciudad donde es manufactura enfocado principalmente en partes de carros. Es una ciudad donde existe más carros que avenidas, donde las colinas están cubiertas de carros y problemas ambientales son causados por ellos.
La industrialización, a pesar de meterle turbo a la economía y a la tecnología, nos dejó un paquete de desigualdad económica. O sea, en los tiempos de la Revolución Industrial, los ricachones y empresarios se llenaron los bolsillos mientras los trabajadores, sobre todo los que estaban en chambas medio turno, se llevaban su buena dosis de salarios bajos y cansancio físico. Eso armó un problema en la sociedad, ¿no? Con unos nadando en plata y otros rascándose con salarios que ni para la canasta básica alcanza. Y aunque en algunas partes mejoraron las leyes laborales y la distribución del dinero, la desigualdad sigue siendo un problema social fuerte en esta era industrial.
Aparte del asunto de la lana, la industrialización nos vendió un cuento bien bonito que ahora nos persigue: la onda de aparentar en lugar de ser. Con tanta producción masiva y consumismo, ahora vivimos en un mundo donde la imagen y la fachada son más importantes que la realidad. Las empresas se hicieron unos expertos vendiendo productos y estilos de vida con una pinta de éxito y felicidad que, a veces, no tiene nada que ver con la realidad. Eso nos metió en una presión social tremenda, siempre buscando validación a través de comprar cosas. La idea de que la felicidad está amarrada a tener cosas materiales es un cuento que nos han contado, creando un enredo entre lo que mostramos y lo que de verdad vivimos. En resumen, la sociedad industrial nos soltó un lío entre lo que vemos en Instagram y lo que pasa en la vida real, y eso a veces está más confuso.
En fin, después de darle un buen intento a los aderezos y lidiar con el drama de que la gente pensara que eran caros, decidí poner punto final a esa historia. Entre pitos y flautas, me di cuenta de que vender algo no es tan fácil como uno piensa. Fui de las tiendas más nice y a los mercaditos locales, pero el veredicto siempre era el mismo: "¡Está caro!". Y ahí estaba yo, preguntándome si debía buscar ingredientes en un buque chino para que la gente dejara de ver el precio.
Viviendo en una ciudad donde los carros son como conejos, entendí que la industrialización nos dejó con desigualdad económica y esa manía de aparentar en lugar de ser. Con la era de los aderezos llegando a su fin, me di cuenta de que hay más en la vida que vender productos. Ahora me enfoco en crear contenidos para empresas y, sinceramente, fue una buena lección aprendida. A veces, simplemente hay que soltar y seguir adelante. Si te late ver cómo fue esa odisea de los aderezos o ver la colina de carros, échale un ojo al aquí y aquí . Y así, entre carros y aderezos, sigo mi camino.